Parte intrínseca de nuestro día a día es la gestión de bajas de alumnos. Siempre da pena que alguien con quien llevas compartiendo el día a día se marche, pero nosotros somos los primeros en recomendar a los padres que desapunten a sus hijos si percibimos que no disfrutan o conectan con la actividad. Cada niño es un mundo, y muchos vienen a nuestra escuela porque rezuman vocación musical. Otros no lo tienen muy claro, pero tienen la sana curiosidad de probar qué es eso de tocar un instrumento o bailar y al final descubren al intérprete que llevaban dentro. En otros casos, son los padres quienes apuestan por enseñarles música o danza, aunque su peque no haya dado muestras de interés por estas actividades. Las razones son importantes, pero más importante es saber cuidar la curiosidad y la capacidad de sorprenderse de los más pequeños, porque eso es lo que les impulsará a seguir adelante con cualquier proyecto de vida.
Pero hay otra cosa que no es menos importante: respetar los tiempos, el ritmo y la voluntad de los peques. Cada cual progresa a su ritmo y decide delante de quién ejerce lo aprendido o no. Incluidos sus padres. Muchos alumnos disfrutan enormemente de sus clases pero se niegan a tocar o bailar delante de padres o familiares. Eso no es síntoma de que algo vaya mal; simplemente es que ellos son tan personas como cualquier adulto y sus pudores son libres. Hay que respetarlo, ya seamos profesores o padres.
Nosotros siempre hemos presumido de anteponer el disfrute de nuestros alumnos al progreso puro y duro, sencillamente porque creemos firmemente que sin lo uno no puede llegar lo otro. Si les dejamos disfrutar a su ritmo, el progreso llegará y serán ellos quienes decidan mostrárselo al mundo, padres y madres incluidos, cuando lo estimen oportuno.
Por todo ello creemos que desapuntar a un peque porque "no toca en casa" o "no vemos progreso" por mucho que diga que disfruta con sus clases es un error. Porque la experiencia del aprendizaje no es inmediata, es una carrera de fondo y trasciende los meros resultados. La actividad les ayuda a desconectar de otras rutinas y la interacción con los profesores y otros compañeros es un motor socializador desde la inteligencia emocional muy importante en su desarrollo, también emocional. Siempre tenemos esto en cuenta a la hora de valorar las posibles bajas de nuestros alumnos porque, como decíamos hace un tiempo, nos consideramos algo más que una mera extraescolar.
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